Viaje a Nueva York 2: The return of the pizza.
Como mencioné en el post anterior, desde antes de llegar a México ya tenía otro boleto a mi nombre con destino a Nueva York. Esto fue idea y maquinación de Briana, que pagó todo el viaje, incluyendo la comida, la estadía y el transporte, así que todo el crédito es para ella. De hecho, creo que yo únicamente pagué alrededor de $8 dólares: $6 por una tarjeta del subway y $1.40 por una dona de chocolate.
Con la memoria aún reciente del viaje a Japón y gracias a que este era mi segundo viaje a Nueva York, pude formarme una opinión más sobria y objetiva de la ciudad. Ya que en el post anterior de esta ciudad hablé sobre Times Square, Central Park y otros lugares, sólo voy a escribir sobre los lugares que visité hasta esta ocasión.
American Museum of Natural History.
Este es sin duda el museo más impresionante que he visto, incluso más que el MET (el cual está muy cerca, de hecho). El American Museum of Natural History parece tener una copia de todas y cada una de las cosas que existen en el mundo, desde insectos hasta meteoritos, pasando por fósiles reales de dinosaurios, esculturas, joyas, ropa, herramientas y muchísimos otros objetos históricos. Precisamente es por eso que es tan grande y es imposible ver todo el museo en un sólo día. Creo que los únicos capaces de realmente tener una experiencia completa en este museo son los mismos habitantes de Nueva York. Afortunadamente, la entrada al museo (al igual que en el MET) sólo sugiere una tarifa, así que cada visitante puede elegir cuánto pagar por su entrada. De esta manera el museo sigue contando con fondos sin necesidad de que nadie se pierda de entrar por falta de dinero.
Debido a que dudo mucho que vaya por una tercera vez a Nueva York, decidí comprar boletos para obras en Broadway. A pesar de que fueron algo caros, creo que fue una muy buena decisión, pues el teatro de Broadway es uno de los espectáculos que más me han gustado y es muy superior al teatro que se hace en otros lugares, por más bueno que sea. Simplemente, este es el único lugar en donde se pueden apreciar tantas obras de esta calidad.
Decidimos ir a dos obras: The lion king y The book of mormon. El rey león fue impresionante, sobre todo por ser mi primera experiencia en Broadway. No por nada esta obra se sigue llenando en cada función, a pesar de haberse estrenado en 1997. Me pareció muy interesante ver cómo los productores se las ingeniaron para simular selvas y todo tipo de animales de una manera convincente sin necesidad de recurrir a animales reales (aunque si hubieran hecho cantar a animales estaría muchísimo más sorprendido).
The book of mormon fue escrita por los creadores de South Park. Es una burla parecida al famoso episodio donde hablan de los mormones. Esta fue mi obra favorita y lo atribuyo a que he leído bastante sobre las creencias de los mormones. Naturalmente y como pasa en South Park, hay muchas irreverencias, grocerías y blasfemias (aunque no tantas como yo esperaba), pero si uno se esfuerza en encontrarle un sentido más profundo a la comedia, seguramente lo va a encontrar. En el caso de The book of mormon, identifiqué temas como las ventajas que damos por hechas, las esperanzas (y cómo se ignoran los problemas con tal de mantenerlas) y el anhelo de vivir donde el pasto es un poco más verde, así como el papel de las religiones en aprovecharse de esas esperanzas y como muchas de ellas fueron creadas en base a mentiras y confusiones. Obviamente a la mayoría de los mormones esta obra les parece insultante, pero creo que si se dieran la oportunidad de verla con la mente abierta, la disfrutarían mucho.
Hay muchas cosas que me gustan de Nueva York, y muchas otras que no. Para empezar, es una ciudad de primer mundo, y esto es bueno y malo a la vez, pues con el dinero, el trabajo, la cultura y la abundancia vienen la contaminación, el ruido, la sobrepoblación y la competencia extrema. No todo es el glamour que las películas nos han prometido.
Al llegar a JFK, conocimos a una señora hondureña, que llevaba viviendo más de 30 años en Nueva York. Ella nos platicó de su vida, de sus opiniones en la política y nos dio consejos de cómo movernos en el subway, el cual, según su opinión, es lo mejor del mundo. Nosotros, habiendo regresado de Japón unas semanas antes, encontramos esto muy curioso, pues el subway de Nueva York, a pesar de ser una infraestructura que cualquier ciudad mexicana desearía tener, está muy por debajo de lo que vimos en Tokyo. Esto me hizo apreciar los viajes que he hecho últimamente, pues a pesar de que Nueva York tiene muchísimas ventajas, siempre es posible ser aún mejor, y estos viajes me han dado una perspectiva más amplia, que me permiten apreciar las cosas buenas que tenemos, pero también reconocer lo que se podría mejorar, y no sentirme satisfecho con el estado actual de las cosas. Esto es el verdadero beneficio de viajar y conocer culturas diferentes. No quiero que esto suene a que estoy menospreciando a nada ni a nadie, pero no pude evitar recordar a los ciudadanos de Corea del Norte, muchos de los cuales creen que su pais es el mejor del mundo, hasta que logran escapar. El punto aquí es que no podemos culpar a esta señora (y mucho menos a los norcoreanos) por pensar de esta manera, cuando su situación actual es lo único que conocen. Creo que por esto uno debería sentir cierta obligación por ver la vida desde otros puntos de vista, ya sea viajando o conversando con personas de orígenes y situaciones diferentes a los nuestros.
Uno de mis momentos favoritos del viaje fue ir a comer pizza en uno de los lugares donde venden cada rebanada por $1 dolar, no sólo por que fue la pizza más deliciosa que he probado (a pesar de que sólo era de queso), sino por la situación tan cosmopolita que representó. La pizza (de origen italiano, como todos saben) fue preparada y servida por gente de la india, y nosotros, dos mexicanos, la estábamos comiendo junto a un par de franceses. Esto me pareció algo muy memorable y muy característico de Nueva York, pues pocas son las ciudades en que estas mezclas de culturas pueden darse, y a la vez me da esperanza de que la globalización nos haga tener muchos momentos parecidos, donde la gente está unida sin prejuicios ni conflictos. El hecho de estar a sólo tres cuadras de las oficinas de la ONU sólo hacía más evidente esto, y demuestra que es posible vivir en armonía bajo un fin común (en este caso, comer pizza).
En conclusión, me gustó mucho este viaje. A pesar de que ya conocía varios lugares que visitamos, también pudimos ir a otros más, y me sentí más tranquilo y relajado pues esta vez no viajé por cuestiones de trabajo. Como dije anteriormente, dudo que vaya una tercera vez, pero aún así recomendaría a cualquiera visitar Nueva York al menos en una ocasión.