Viaje a Japón. Parte 3: Osaka y Kyoto.
Aquí están los preparativos de viaje. Aquí, la travesía por Tokyo y Yokohama.
Shin-imamiya.
La estación que estaba más cerca de nuestro departamento de Osaka fue Shin-imamiya. Esta estación es bastante transitada pues es una estación de conexión del Osaka Loop con otras líneas. Vimos mucha gente usando esta estación, pero muy pocas personas saliendo de ella, y entendimos la razón muy rápidamente. El área cercana a Shin-imamiya está muy descuidada, incluso a llegando a estar bastante sucia. Al principio fue extraño ver esto, pues al estar hospedados por una semana en Shibuya nos acostumbramos a ver calles impecables. Shin-imamiya parecía deprimente en comparación, y nos dió una muy mala primera impresión de Osaka. Por una parte, era irrealista pensar que no existen áreas como estas en Japón, pero también debo decir que Shin-imamiya lucía como muchos lugares que he visto en ciudades mexicanas, o incluso mejor. En cierta medida fue bueno que nos hayamos hospedado aquí, pues me permitió aprender que no todo en Japón es perfecto y que lugares como estos existen en todas las ciudades del mundo.
Osaka-eki
La estación de trenes de Osaka también es una de las principales estaciones de Japón, y como la principal estación de Osaka, es muy amplia y lujosa. En esta estación en específico, además de hoteles, restaurantes, tiendas y plazas departamentales, también está un Poké-center. Uno de los famosos Pikachus que bailan en Yokohama estuvo ahí, haciendo tonterías y en general siendo gracioso.
Dotombori es un famoso sector comercial en Osaka. Me recordó bastante a Shinjuku y a Asakusa.
Castillo de Osaka.
Uno de los lugares más bonitos de Osaka, por obvias razones, tiene una arquitectura muy parecida al palacio imperial en Tokyo. Dentro del castillo hay un pequeño museo que habla sobre las batallas que ha habido en Osaka.
KYOTO.
Gion.
El legendario distrito de Geishas está rodeado de comercios y templos. No vimos ninguna Geisha, pero eso era de esperarse. Las geishas han alcanzado un estatus casi mítico en los últimos años, y ver alguna es un algo muy inusual. Gion también está rodeado de pequeños templos que muy pocos turistas se molestan en visitar, lo cual es un desperdicio para ellos y una ventaja para nosotros, pues precisamente esa soledad y tranquilidad que se siente en los templos es lo que los hace aún más agradables.
Kinkaku-ji.
Uno de los pocos lugares que no están cerca de alguna estación de trenes. Las paredes de Kinkaku-ji están cubiertas por láminas de oro. El interior también está cubierto de oro, pero no es accesible a los turistas por razones obvias. Tanto Kinkaku-ji como en el palacio de Osaka y Senso-ji estuvieron llenos de turistas, principalmente Chinos y Europeos, pero también me llamó la atención notar que la mayoría de los templos y lugares históricos de Japón tienen una afluencia constante de estudiantes. Es fácil de entender, pocos países tienen una cantidad tan grande de sitios históricos tan importantes y tan accesibles. Es normal que los viajes escolares se hagan a este tipo de lugares, y la verdad en muchos momentos envidié a estos niños, sobre todo cuando recordaba mis viajes escolares a la fábrica de cajas.
Para llegar a Kinkaku-ji, tuvimos que usar un camión urbano. Este fue el segundo autobús que tomamos en Japón, y yo esperaba una experiencia tan, digamos, florida como los autobuses urbanos de México, eternamente patrocinados por Warner Brothers, la virgen de Guadalupe y La Poderosa. En Japón, los autobuses son tan puntuales, limpios y seguros como los trenes. En cada parada hay horarios para la referencia de los pasajeros. Estos horarios son observados y cumplidos religiosamente por los conductores. Para usar el autobús, también requerimos un mapa de las rutas, que era tan completo (y complejo) como el mapa de trenes.
Fushimi Inari es probablemente el templo shintoista más famoso de Kyoto. Es famoso por contar con inumerables puertas anaranjadas rodeando el sendero que lleva hasta la cima de la montaña. Como casi todos los lugares turísticos de Japón, sólo la entrada está llena de turistas, y muy pocos de ellos se molestan en subir la montaña. Fue por esto que dentro de las puertas iniciales era casi imposible caminar, pero en la cima nos encontramos totalmente sólos.
Arashiyama.
Como muchos lugares famosos de Japón, el bosque de bamboo de Arashiyama está perpetuamente lleno de turistas. Lo mejor es recorrerlo caminando, y aunque hay varias tiendas donde rentan bicicletas, la cantidad de turistas hace que sea imposible usarlas.
Kyoto-eki.
Una de las más famosas estaciones de trenes de Japón. Justo como las estaciones de Tokyo y Osaka, esta estación es enorme y contiene muchas tiendas, restaurantes, centros comerciales, e incluso hoteles enteros.
Preocupados por perder nuestro vuelo de regreso, regresamos muy temprano de Osaka. Desde Shin-Osaka tomamos el Shinkansen hasta la estación de Tokyo y de ahí tomamos el Narita Express, que nos llevó directamente a nuestra terminal.
El aeropuerto de Narita es el más bonito y práctico en el que he estado y, gracias a que llegamos muy temprano, pudimos explorarlo cómodamente.
Conclusiones.
Si uno va a Japón esperando que en cada esquina haya tiendas de videojuegos o anime, será sumamente decepcionante. Duante las dos semanas, sólo vi a tres personas jugando videojuegos en el tren, y sólo vi a una persona leyendo manga. Tal parecería que la cultura otaku fuese exportada en su totalidad y estuviera más arraigada fuera de Japón. Sin embargo, hay cosas mucho mejores que los videojuegos y el anime. Los templos y castillos me dieron algunas de las vistas más hermosas que he tenido. Tanto así, que he llegado a preocuparme, pues no quiero sentirme decepcionado de otros lugares a los que viaje en el futuro.
Me permitió darme cuenta de lo dependiente que México es de los Estados Unidos. No sólo en cuestiones económicas y geográficas, sino en temas tan sencillos como la música, la comida, la arquitectura, la moda y la actitud que tenemos frente al trabajo y a la vida en general. Esto es de esperarse, pues culturas tan cercanas tienden a tener aspectos parecidos, pero no es hasta que uno va a un país totalmente diferente que llega a notar la gravedad de esto.
Lo peor del viaje fue el jetlag, tanto el de llegada como el de regreso. Despertar a las 3am sin poder volver a dormir y después estar totalmente exhausto a medio día no es una sensación agradable, pero es inevitable, es pasajera, y es un precio pequeño que estoy totalmente dispuesto a pagar de nuevo.
Una parte de mi esperaba sentirse decepcionado de Japón. Esperaba ir y ver que no hay tanta diferencia entre Japón y México, tratando de sentir que estamos haciendo las cosas relativamente bien. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Llevaba expectativas muy altas de Japón y todas fueron sobrepasadas, por mucho. Cuando regresé a México, me sentí deprimido por varios días al darme cuenta que nosotros podríamos tener todas las ventajas que tienen en Japón, pero nuestra característica indiferencia, hostilidad hacia nuestra propia sociedad y nuestra falta de ímpetu han logrado que seamos un país del tercer mundo que nunca ha sabido aprovechar las ventajas y recursos que cualquier país del primer mundo querría tener. Llegué a la conclusión de que lo único que diferencia a Japón y a México es la actitud de sus pobladores y encuentro todo esto sumamente triste y decepcionante.
Realmente me gustó todo lo que vi en Japón y no podría elegir una cosa en particular. Me gustó estar inmerso al 100% en un idioma del cual entiendo sólo lo más básico, y a la vez esto me exigió recordar y practicar lo que estudié hace años. Fue muy divertido ver las expresiones de terror absoluto de los japoneses cuando ven que eres un gaijin y tratas de comunicarte con ellos en inglés. Fue casi tan divertido como las expresiones que yo hice cuando no entendía lo que me trataban de decir en japonés. Esto fue salir de mi zona de confort de una manera retadora y divertida a la vez. A pesar de no poder comunicarse bien, los japoneses siempre se esfuerzan en ofrecer un servicio excelente, y la verdad es que siempre lo logran. También fue muy divertido perderse en las calles y entrar a lugares desconocidos, explorar la ciudad a cualquier hora sientiendo la tranquilidad de que uno no va a terminar asaltado o muerto por entrar en lugares que no debía. Pocos paises pueden ofrecer esto y es una de las cosas que más valoré cuando estuve en Japón.
Creo que el aprendizaje más valioso que traje del viaje fue ver lo profesionales y empáticos que pueden ser los japoneses. Admiré muchísimo esto, pues todos los días confirmo que algo que nos falta en México es profesionalismo. Los japoneses tienen una mentalidad casi obsesiva con su trabajo, y, aunque sé que esto les trae ciertos problemas, también sé que podríamos aprender mucho de esto. Sé que muchas personas consideran la personalidad de los japoneses como tímida, fría o demasiado seria, pero creo que lo que pasa es que no les gusta importunar a los demás. Por ejemplo, los japoneses tienen fiestas y festivales, y si alguno de ellos quiere embriagarse y cantar hasta el día siguiente, va a hacerlo en un cuarto privado para no molestar a los vecinos en la madrugada (de hecho, es por esto que los karaokes son tan populares allá).
En definitiva, me llevé una excelente opinión de Japón. Sería capaz de mudarme definitivamente a este país si las condiciones son las adecuadas, y, cuando menos, me gustaría repetir un viaje turístico en algún momento. Pensé que este sería mi último viaje del año, pero sin saberlo, ya me habían programado otro viaje a Nueva York…